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SE04E01 – Municipal, Villanueva del Fresno.

Se está jugando el derbi entre Sevilla y Betis. Y en el #BellotaTour hemos ido hasta el pueblo donde Sevilla y Betis convivieron en armonía en el escudo de su equipo. Es Villanueva del Fresno, en la comarca del Llano de Olivenza, cerca de Portugal. Balada triste de Villanueva.

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Porque si, amigos. El escudo del Sporting Villanueva era este. Se decía que era fruto de la admiración de sus fundadores por ambos clubes. Uno era del Sevilla, otro del Betis. Lo que está claro es que Ana Rosa Quintana no fue la primera.

En 1993, un vecino de Villanueva llamado Jose María Pérez Hurtado ve el estado de abandono de este campo y decide fundar un club junto a Paco Ramos. Le llaman Sporting Villanueva Promesas. Un tipo afable dedicado a la venta de pescado y al que le gustaba el fútbol.

En 1998 nuestro cacique particular desiste tras la poca ayuda del consistorio. Pero en el 2000 vuelve a las andadas, esta vez a golpe de talonario. Su empresa iba viento en popa. No en vano, hoy en día es de las más conocidas en el puerto de Lisboa. Es esta, Galiza Pescados.

Jose María mete a toda su familia en el club y pone las entradas gratuitas para todo el mundo. Debuta en 2003 en Tercera y en 2006 en un play-off. En ese momento se le mete entre ceja y ceja subir a Segunda B cueste lo que cueste. Fichan jugadores cobrando 1.600 euros en Tercera.

Tanto la cantera como la primera plantilla tenían ficha e indumentaria de manera gratuita. Una camiseta roja tenía el lema “Nunca caminarás solo” serigrafiado. El dinero entraba a espuertas. Se renueva la iluminación del campo por una nueva que deslumbraba a kilómetros.

En Febrero de 2009, su hija de 19 años accede a la presidencia mientras finaliza sus estudios como auxiliar de enfermería. Inés vivía los partidos del Sporting con nervios, agarrando su móvil con “Torito guapo” de tono, el escudo del Valencia en la carcasa y Vicente de fondo.

Finalmente 2011 es su año. Quedan segundos con Ángel Alcázar al mando, tras el Villanovense. En play-off eliminan sucesivamente a Binissalem, Racing B y Alhaurín. Un pueblo de 3.500 habitantes jugará en Segunda B. Pero en Junio a Jose María y su familia no le cuadran las cuentas.

Carece de ayudas públicas y privadas, así que decide irse. Nuestro pescadero más internacional vende el club a un grupo catalán encabezado por Jordi García Rodríguez y su hermano, por 40.000 euros, quienes eligen a Albert Ferri como míster del equipo en este banquillo.

Ojo, que aquí aparecen de nuevo nuestros amigos THE INVERSORES

Los jugadores cobran Agosto, y no vuelven a cobrar más. Comienzan las promesas incumplidas y el Ayuntamiento toma medidas. Instala dos barracones prefabricados en esta zona del estadio donde los jugadores se encierran para reclamar el cobro de sus deudas.

La gente del pueblo se acerca a los barracones para llevarles alimento y ropa. Incluso algunos clubes como el Grabasa Burguillos colaboran en la ayuda. Mientras tanto, los directivos dueños del club solo se limitan a ver las cosas pasar.

En Octubre organizan una sentada al inicio de un partido sobre este campo. Todos los jugadores la cumplen…excepto uno: Bony. Bony era el hijo del presidente. Tras la sentada, es retirado sustituido en el minuto 46 por el entrenador Ferri. No volvería a jugar.

Se llegan a sembrar ajos tras la portería para intentar ahuyentar el mal fario, que no los malas personas. La situación es crítica y en Diciembre aparece un empresario gallego llamado Alejandro Remiseiro dispuesto a remendar los problemas. Pero las negociaciones no fructifican.

Aún con todo lo que tenían encima, los jugadores dan la cara cada domingo, llegando a ganar fuera de casa al Poli Ejido en Santo Domingo o poner un 3-0 al Betis B en este marcador. Hasta que el 8 de Enero disputan su último partido de liga en Melilla. Iban 17º en esa jornada 19.

El club otorga la carta de rescisión a los jugadores y no vuelve a competir más. La desaparición lleva a este estadio al abandono. El mismo que el fútbol en el pueblo. Con 3.600 habitantes es difícil encontrar no solo recursos económicos, sino niños que quieran dejar la Play.

El año pasado contaban con 100 niños en la cantera. Este año el número ha descendido a 90. Poco a poco el fútbol se muere en un pueblo que soñó despierto en 2011 antes de que unos ladrones desvalijasen su club. Hasta entonces, todo era una burbuja de felicidad.

Con la modestia de los baños de Villanueva del Fresno cerramos el hilo de este campo histórico donde compitió un pueblo de 3.500 habitantes en la categoría de bronce de nuestro fútbol. Moraleja: El límite de tu club está donde esté el límite de tu masa social.