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S02E07 – La Planchada – Astillero.

Aquellas praderas verdes se mancharon hace siglos de hierro y carbón, alzándose gigantes en forma de grúas que besaban la ría. Los balones comenzaron a caer a los remolcadores y el fútbol creció a golpe de yunque. Historias de mar y ultramar. Va.

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En el siglo XVIII estas tierras que hoy pisamos vieron nacer a dos navíos históricos de la marina española. En 1732 aquí se creo el Real Felipe, nombre futbolístico donde los haya para un navío de 70 metros de eslora y 110 cañones. Sus dimensiones hacían dudar de su validez.

Los comandantes y oficiales temían un rápido hundimiento en temporales o combates. Pese a ello, fue llevado a la batalla de Tolón. Y en efecto, tras la batalla terminó hecho trizas, siendo desguazado finalmente en 1750 en el puerto de Cartagena.

Años más tarde, el Real Astillero de Guarnizo bota el San Juan Nepomuceno. Bastante más ágil que el anterior, llegó a combatir en la batalla de Trafalgar. El navío acabó la batalla con un centenar de muertos, y seis navíos atacándole. Su capitán, Churruca, murió en él.

En Astillero gustaban de hacer grandes barcos. Así que era obvio que el campo de fútbol iba a ser grande. Muy grande. Concretamente 108×69 metros miden los Campos de Sport de La Planchada. Ríete tú del Bernabéu o Camp Nou. Un campazo donde juega el Unión Club.

Aquí hizo historia en 1987 el Unión Club. Eran años de reconversión en los Astilleros y conflictos laborales, que el equipo de fútbol supo canalizar con una campaña histórica. Ganaron la liga en 3A. Habrían subido pero renunciaron al ascenso. Una pena que este campo no pisase 2B.

En él comienza a despuntar a principios de los 30 un tipo fuerte y corpulento pese a su juventud, de nombre Fernando. Su capacidad de proteger el balón en su posición de mediocentro le hacen progresar rápidamente. Firma por el Racing a los 18 años.

Tras una cesión al Sestao, vuelve en 1933 al Racing convirtiéndose en el pulmón del equipo. Tanto que debuta con España en 1936, en el estadio Metropolitano. Al finalizar la temporada, firma por el Barcelona de Patrick O’Conell. Pero estalla la guerra.

O’Conell se lleva a los suyos lejos del conflicto de gira por Europa y América. La fortaleza y entrega de Fernando “Nando” García no pasan desapercibidos en México y firma por el Club Asturias. Fernando sacaba los brazos a pasear a menudo. Un helicóptero, al estilo Redondo.

En un partido con el Club Asturias, Nando comienza a recriminarle a un árbitro (español también) la decisión. No se sabe en que términos dialécticos transcurrió la conversación, pero Nando le mete un puñetazo en la cara al árbitro y lo tumba. Knock-out.

Se le sanciona un año sin jugar. Días después, la policía se lo lleva esposado a comisaría. En ella, le ofrecen un trato. Si Nando firma por Atlante le retirarían la suspensión. Fernando acepta, y el comisario sonríe. Él era del Atlante, claro está, y amante del juego de Nando.

El comisario se persona al día después en la sede de la Comisión Disciplinaria de la Federación. Entra a una sala, y ante muchos de sus miembros pone un revólver encima de la mesa. O se quita la sanción a Nando, o allí iba hondonadas de hostias.

Nando queda campeón de copa para Atlante. Milita también en Vélez Sarfield, San Lorenzo y Real España mexicano, antes de volver a su país para poder jugar finalmente en el Barcelona. En dos años disputa solo tres partidos, además de un Cataluña-Castilla con Cataluña. Se lesiona.

Hasta el fin de sus días como jugador fue conocido por su peculiar manera de defender posición con los brazos. Tanto que fue apodado “El Gavilán”. Nando Gavilán hizo carrera como entrenador en México. De vez en cuando llamaba a España, a su hermano.

El hermano también era futbolista. Más modesto, eso sí. De hecho se llamaba así, Modesto. Como defensa despuntó en el Unión Club hasta 1940. Fiel al equipo de su pueblo, no lo abandonó pese a la guerra civil hasta que le surgió contrato profesional en el Racing.

Del Racing dio el salto a la Gimnástica, donde al final de uno de sus últimos partidos se rifó entre los jugadores gimnásticos un reloj despertador, anunciado por megafonía en El Malecón como “Un reloj despertador para que la próxima temporada no se duerman”. Le tocó a Modesto.

Nando y Modesto destacaron por su físico. Jugadores de Astillero que se alzaron entre los verdes campos como grúas gigantes. Dos navíos del fútbol. Nando «Gavilán» García de hecho es recordado en un monolito de los inmensos Campos de Sport La Planchada.

Nada más y nada menos que 108×69. Y una preciosa tribuna. Y un equipo que rechazó el ascenso a Segunda B. Y un revólver tras un puñetazo.
Créditos: Gracias a un club como @UC_Astillero por conservar las esencias y escribir “tweeter” y a la @fcf_es por el teléfono.
The end.