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SE04E04 – Municipal, Azuaga.

Vamos con un poco de rock. Con quien más nos divertimos en el #BellotaTour fue con la gente del Azuaga, vecinos del Llerenense y enemigos íntimos. Los únicos capaces de enorgullecerse por tener un club siempre perdedor y no querer que eso cambie nunca. Este es su templo.

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De Azuaga hablamos en aquel sorteo de play-off del año pasado. Hablamos de bandoleros y Guardias Civiles con tricornio y bigote embutidos en pantalones dos tallas inferiores escoltando a los equipos. Y nos equivocamos. Además de eso, tienen Mercadona.

Y equipo de fútbol. Uno que en 1935 consigue el hecho más importante de su historia ganando al Onuba (como por entonces se llamaba al Recreativo por una sanción) en el Campeonato Amateur y perdiendo frente al Sevilla. Aquella victoria frente al Onuba siempre se recuerda aquí.

La lástima es que no fue así. El Onuba se retiró previamente. Por lo tanto, no hubo tal victoria. Desde entonces el club aparece y desaparece como una estrella errante. En 1952 logran el ascenso a Tercera. ¿Con una gran temporada en la que quedan campeones?

Pues no, quedan últimos. Último. Y hay tantos equipos que rechazan subir que lo hacen ellos habiendo quedado colistas. En 1957 compitiendo en Tercera se retiran de la competición en el mes de Febrero, suponemos que por tener mejores cosas que hacer.

E imaginamos que una de ellas sería tocar en la mítica banda de cornetas y tambores de Azuaga, que hace unos años ocupaban este local que hoy ocupa la Asociación Ornitológica de Azuaga. Un pueblo donde las ofertas de ocio se multiplican. Hasta tienen castillo.

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En 1983 ascienden a Tercera. ¿Con un partido histórico?. No, por reestructuración de la categoría. Luego llegan años de ascensos, descensos, otra vez ascensos, hasta que en 2004 desaparecen. Llegan periodos oscuros. Había demasiada economía sumergida como para pensar en fútbol.

Y lo que no era economía sumergida y Cruzcampo como cerveza, eran mataderos. De hecho, Azuaga es mundialmente conocida por sus mataderos. Tienen hasta seis, en un pueblo de 8.000 habitantes. La veneración por el cerdo es total.

El Azuaga siempre ha sido un club que ha preferido mirar a los jugadores foráneos por encima de los locales. Se traían jugadores de las limítrofes Sevilla y Córdoba. Si, porque a un fondo del estadio está Sevilla y al otro Córdoba.

Resulta que un partido los jugadores venían en coche desde Sevilla. Les traía un tipo cualquiera. Al llegar a Azuaga faltaban jugadores. Así que el tipo se ofreció voluntario a jugar. Y jugó. Tan bien lo debió hacer que años más tarde llegó a ser presidente del club.

Podríamos hablar de las categorías inferiores pero no tiene. Las categorías inferiores son las del Club de Tenis Azuaga. ¿Tiene que ver algo con tenis?. No. El nombre. Se fundó en el Club de Tenis de Azuaga, y se denominó así. Gente particular.

Aunque para particular, el arquitecto del estadio. Cuenta con una tribuna alta, como habéis podido ver, cuyos asientos están dispuestos prácticamente de manera horizontal, lo que la imposibilita para el fútbol. Y no está centrada.

El campo tiene más peculiaridades. Tal vez sea el único campo de España donde la pista de atletismo estaba mucho antes del césped artificial. Anteriormente, la pista rodeaba un campo de albero donde se practicaba el fútbol. Otra más de nuestro arquitecto favorito.

Entraron las máquinas y destrozaron las pistas de atletismo, claro. Y no solo eso, sino que aquí se han llegado a celebrar competiciones de motos y….Una concentración tuning. Imaginamos a Toreto con pegatinas de Feubert derrapando sobre las pistas de Azuaga.

El fútbol llegó a Azuaga gracias a las minas de plomo, que lo convirtieron en primer productor mundial. Llegaron ingleses, y con ellos el balón. Además, esto se tradujo en movimientos obreros que proliferaron en la localidad. Fruto de aquellos años es este calefactor.

En 2013 el Azuaga vuelve a Tercera División. Y lo hace con una afición volcada, que llena cada domingo el estadio municipal tanto para disfrutar de sus jugadores como para degustar un bocadillo de panceta mientras se toman una cerveza en la barra del bar.

El club crece y crece de manera escalonada hasta que en 2017 llegan a la última jornada con opciones de meterse en play-off. Sin embargo, no había excesiva confianza en su afición en clasificarse, probablemente por la negativa historia del equipo.

Aquel equipo estaba entrenado por Antonio Jesús Cobos, un loco por el fútbol que nada más entrar en el equipo proporcionaba a sus jugadores un dossier con la historia del club, del pueblo, y de sus gentes. Un tipo que vive por y para este deporte. Un enamorado del balón.

La directiva celebra una asamblea para que los socios decidan si jugar o no en Coria el último partido de Liga de la 16/17. El motivo, el precio de las entradas. Con un 100% se decide jugar. En Coria les espera un ambiente de otra época. Un partido para recordar.

Un histórico gol de Neftalí en el minuto 31 les metía en play-off. Solo quedaba esperar que no marcase el Coria. Defender, defender, defender….los minutos pasaban y el Coria no marcaba. Y no marcó. Llegó el pitido final y el Azuaga se metió en play-off.

Encender la tele y ver un papelito que ponía «Azuaga». Eso era el play-off. Les tocó el Vitoria. Ante más de 2.000 personas que poblaban estas instalaciones, el Azuaga logra empatar en el partido de ida. Todo se decidiría en la vuelta, en Ipurua.

En Éibar, las cosas empiezan mal. En el minuto 29 es expulsado el mejor hombre del Azuaga, Luisito, por doble amarilla al simular un penalty. Pero se sobreponen, y llegan a los 90 minutos con el 0-0. Y al final de la prórroga tambien. Es entonces cuando surge Markel Areitio.

El portero del Vitoria detiene dos penaltis. Y el Azuaga cae eliminado. Ipurua despide con aplausos a los jugadores del Azuaga. Y entre sus aficionados, no hay lugar para la tristeza. Nadie les quita lo que han disfrutado.

Esta temporada el Azuaga deambula por mitad de la tabla, como esta silla. Nuevamente uno de esos elementos atípicos que pueblan el Estadio municipal de Azuaga. Un lugar donde el fútbol se entiende desde la tranquilidad y el disfrute de estar con tu gente.

Bueno, todos menos el arquitecto, que ya sabéis que con sus ideas locas logra maravillas tales como mear sin perderte la charla del míster en el corro de antes de los partidos.